Thursday, March 01, 2007

Paquito era un niño travieso.
Se robaba las galletas de la alacena, se reía de sus hermanas, se la pasaba jugando en la calle. Pero, sobre todas las cosas, le encantaba desarmar cuanto artefacto se atravesaba en su camino. Así ocurrió con las finas tijeras que compró su mamá. Y así ocurrió también con el radio. Le gustaba quitar todas las piezas y volver a juntarlas, aunque generalmente nada volvía a funcionar.
Y lo mismo pasó el día en que su padrino le regaló ese flamante juego de carpintería. Era una auténtica fregonería, porque incluía sierra, martillo, clavos, cinta métrica y todo... Pero ¿cómo usarlo?, ¿dónde estrenarlo? Porque por más que viviera en una nice casa Polanquera, ahí no tenían madera disponible para probar sus dotes como carpintero. ¿Qué tal un árbol? No... demasiado trabajo, sería muy difícil de cortar.
Después de mucho pensar, supo que era hora de irse a la cama... (¡la cama! no.. tampoco)
En la mañana se despertó antes que el resto de la familia. Quizá la calma matutina fue el elemento que propició que la imaginación volara, trayendo una gran idea. ¿Cómo no lo había pensado antes? pero claro... ¡el comedor! No era más que una mesa vieja con un montón de sillas igual de viejas, desgastadas... pero con la intervención del maestro carpintero todo quedaría como nuevo... y vaya que sí. De prisa... hay mucho trabajo que hacer y poco tiempo disponible si esto va a ser una agradable sorpresa de renovación hogareña y decorativa...
- ¡rayos! esto no quedó como quería... las patas están un poco chuecas... quizá si corto un poco más y vuelvo a clavarlo....
Buen regaño se llevó cuando los démás despertaron y se dieron cuenta de la buena pero problemática obra de Paquito. Su juego de carpintería fue decomisado y a partir de entonces no intentaría redecorar la casa por ningún motivo. (Aunque bueno... después vino el pasaje de la perilla arrancada que no pudo irse por la taza del baño)
¿Quién pensaría que 20 y tantos años después sería él quien permitiera dejar volar la imaginación de aquella peinadora profesional, que le ponía ligas en la cabeza y moños en la barba? Pocos vaticinaron el éxito que tendría... en su vida académica, laboral, personal, familiar... A exactamente 53 años y 2 días de su nacimiento, Paquito continúa arrancando una que otra preocupación, pero sobretodo sonrisas.
A mí me regala varias todos los días. Y lo sabe perfectamente. Lo único que no sabe, es que es una de las personas que más admiro...

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