Saturday, March 24, 2007



Cuando era niña, creía que las cosas eran normales. Creía que el universo guardaba cierto orden, y que, como parte de él, todos los seres vivos y muertos teníamos un lugar. Conforme fui creciendo me di cuenta de que eso es totalmente falso. Es verdad, todos formamos parte de algo. Pero no estoy tan segura de que cada quien tenga un sitio. Más bien me parece que el mundo es un conjunto de elementos amontonados sin sentido, y que cada uno tiene como tarea encontrar su rumbo mientras pasa por aquí. Y cuando está allá debe suceder lo mismo.
Lo que es muy cierto es que hay días en los que parece que todo está en orden y otros en que parece un tremendo caos.
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.ose satneis euq oreiuq on etnemavitinifeD. atiroha sonem Y. ogitnoc aresorg ed yotse euq sesneip euq oreiuq on oreP. és on O. odnaipmil odasap eh al em, adanedrsoed asac al aíreuq on euq oerC. adna ísa euq se is, salam ed adna éuqrop in ebas on onu euq adanorgnas ed seuqata sose ed onu órraga em yoh orep, éuqrop és areiuqis iN

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Pues sí, las cosas son muy raras. Y también las personas. Nadie imagina en dónde irán a parar sus amigos predilectos, amigos simples, compañeros, conocidos, desconocidos, y otros fenómenos que nos rodean. Unos tuvieron hijos, otros se volvieron drogadictos, unos más tuvieron que suspender sus planes por algunos años. Otros más nos preguntamos a dónde vamos, cuando en el mejor de los casos sabemos de dónde venimos. Y en el peor de los casos (o quizá en el mejor) nadie se pregunta nada. Se continúa existiendo así, simplemente, flotando en la nada, yendo a la nada, viniendo de la nada… y siendo nada.

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.atsug em oN. oím ol se on esrednetne on ed ose euqroP. ogimnoc asap éuq rebas y amsim oy res oreiuQ. adan res oreiuq on oY

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Recuerdo que alguien me decía riendo que tenía que aplaudir cuando pasaba cerca de mí para que lo notara. Decía que siempre estaba en mi mundo aparte. Que podía pasar justo frente a mí y yo no me daba cuenta porque estaba pensando en otras muchas cosas. Quiero regresar a ese mundo y no ser expulsada nunca más. No me gustaría que me lo arrebataran, aunque a veces parece que así será tarde o temprano. Y no voy a dejar que eso pase.

Me gusta estar en las nubes de mi mundo, en el que puedo hacer todo… y todo puede suceder.


Saturday, March 17, 2007

Crónica de un microbús


-¡Súbale, súbale, súbale, súbaleeeee!
- Oiga, ¿sí llega al metro CU verdad?
- ¡súbaleee!
- ah bueno, gracias... (jajaja bueno pero no me grite)

[música] Adiós, adiós mi amanteeeeeee...
"Y ya sabes: si quieres boletos para los Tigres del Norte llama ahora mismo a la cabina, ¡y así de fácil! Aquí suena... la KeBuena"

- pues ya te digo.. la bronca es que la vieja esa se le lanzó
- uuuuh ps no
- nooo y que le digo: óyeme menso y ¿tú pa qué te andas haciendo el interesante?, y dice: pus si yo no fui el que le habló, y le digo: pus no, pero bien que te gusta ser el chido ¿veá?
- no pus yo que tú ya ni le hacía caso, ahí que se quede con esa y ahí cuando se harte a ver si tú quieres otra vez o ya nada de nada
- ps sí...

Junto a mí, un señor lee atentamente sus apuntes de biología. Se ve nervioso. Me pregunto si será un profesor tratando de preparar su clase o si cursa la secundaria o preparatoria abierta y estudia para el examen que se aproxima. Por mi parte, trato de hacer lo mismo. Pero me mareo y debo dejarlo.

- ¡Un perro!
- Sí, mira, un perrito... ¿cómo hacen los perritos?
- ........
- ¿cómo hacen los perritos?
- .......
- ¡guau, guau! ¿ya te acordaste?
[la niña asiente con la cabeza... más por liberarse de la molestia que por un auténtico ejercicio de la memoria]

Creo que ese es el psiquiátrico. Ya falta poco. Bueno, más o menos, porque con este asqueroso tráfico parece que las cosas están lejísimos. Ya llevo 40 minutos, no puede ser...

- ¿Por unas chelas? Noooo estás loca, pus mejor me hubiera ido al cine con la Susi... pus si son las 2, ¿cómo orita? no, no... aparte me va a regañar mi mamá
-Uuuuh ¡qué aguada! si pareces de la primaria
- chaaaa, bájale no es pa tanto
[la otra chica se ríe]
- ¿qué?
- nos hubiéramos ido caminando ¿no? mira dónde van, ya nos van a rebasar
- ps es que el tráfico está re pesado
- ¿y si nos bajamos?
- órale
- pus va
"Y bueno un saludo para toda la gente bonita que nos escucha desde sus casas, provecho para los que ya están comiendo, y para los que no pues gracias por oír aunque tengan hambre a estas horas de la tarde. Se siente mucho calor en el Distrito Federal, pero vamos olvidarnos de eso con esta buena música a cargo del gallo de oro"
Y vaya que hace calor. El don que está a mi lado ya está sudando. Se baja a toda prisa. Ojalá le vaya bien en su examen, clase, o lo que sea.
- ¿Está ocupado?
- No, no... adelante. ¿No le estorba mi morral?
- no, muchas gracias.
[lo hago a un lado de todas maneras]
- gracias señorita, qué amable. Así me caben mejor las bolsas
- no hay de qué
[me sonríe, extrañada]
- ¿vas a la universidad?
- sí
- ah, me lo imaginé. Con razón vas leyendo. ¿Tienes examen?
- Sí...
- ¡mucha suerte!
- gracias
Qué bueno es ver que todavía queda gente amable que desea buena suerte y sonríe.
- Tonz qué, préstame el dvd ese ¿nah?
- naaaah, luego no me lo regresas
- sí te lo regreso
- ¿y si me lo rayas?
- oooooooh si ni que nunca hubiera puesto una película, chale
- jaja no pero ps es que sí me gustan
- aparte ¿qué? si ni que te hubiera costado de a ciego... ¿adónde la sacastes?
- ps por ahi
- chaa ora muy misterioso ¿nah?
- no pus de ahi del puesto del Púas
- órale ¿y sí las da bara?
- no sé porque namás se las volé
[ambos ríen]
- bueno ¿y qué? , ¿me la das sí o no?
- simón, ¿cuál quieres?
- la que sea
- bueno ten esta, pero no me la rayes ¿eh?
- nel, nel... cálmala
La chica de enfrente me sonríe. Creo que también le causó gracia la conversación ajena.
El tipo de atrás trae un ritmazo con su discman, y se mueve tan estrepitosamente que uno ya no sabe si está muy entrado, si le está dando un ataque epiléptico, o si sólo quiere llamar la atención. Pero la verdad es que lo hace a uno sonreír.
- Gracias, que le vaya bien
- Ándele güerita, igualmente
- gracias
Me pregunto si en verdad le habrá ido bien por el resto del día.

Sunday, March 11, 2007

(y sí... ya sé que parezco loca)


En medio de la penumbra. Sólo una débil flama, extinguiéndose en su recipiente, me daba luz. ¿Y para qué quieres luz? No sé... pero sí. No puedo leer, ni escribir. ¿Y? Pues nada, que quisiera hacerlo... ¡Maldito fósforo! Me quemé los dedos a cambio de un poco de fuego.


Qué linda es la calma de la oscuridad. El aroma acanelado que despide la vela. Y quiero escribir, aunque no vea nada. Pienso en lo bello que sería tenerte aquí, a la luz de esta llama que no alumbra.


Quizá la vida es así. Nuestro espíritu despide una energía formidable. Y como el fuego, baila sin mayor problema en medio de la oscuridad, del universo, de la nada absoluta. Como mi pluma, que va quién sabe a dónde sin un poco de electricidad o sol que la guíe.

Al fin dejé de intentar escribir y me tumbé en la cama. Pensé en lo que hacía la gente en otros tiempos, cuando no había focos y mucho menos televisión, internet y demás porquerías que atiborran nuestra cabeza de información que no elegimos y que poco deja a la imaginación. Todos estaban dormidos, así que el arte de conversar no era una opción para matar el tiempo mientras la Comisión Federal de Electricidad se dignaba a corregir el error que dejó sin luz a más de 4 cuadras. Pero mientras, pude estar atenta a todos los ruidos en los que pocas veces me fijo. Las patitas de Lola trasladándose desde el cuarto de mis papás al mío. El viento entre los árboles. Las gotas de lluvia estrellándose contra la ventana, lenta y acogedoramente (y la verdad es que ese sonido siempre me ha gustado). El sonido de mi respiración tranquila, sin nada qué hacer, nada de qué preocuparse. Pensé en miles de cosas al mismo tiempo. Pensé que si hubiera vivido en otros tiempos me hubiera encantado sentarme en la puerta de la casa a ver cómo pasa la gente. Cómo pasan las vidas. Charlar un poco con los conocidos que, igual que yo, estarían buscando un entretenimiento distinto de leer y escribir porque hacerlo de noche los dejaría ciegos.


Y así me quedé en mi cama. Imaginando lo que hay más allá de la luna y las estrellas. Soñando con tocarlas un día. Pensando si hay vida en otros planetas y si se parecen o no a nosotros. La débil luz de la vela hacía brillar los objetos reflejados en el espejo del tocador. Ahí estaba la imagen de mi siempre querida calaquita teotihuacana del día de Judas. De verdad que es extraño tenerla aquí, igual que a la calaca guanajuatense. Me hizo pensar en cuántos días de trabajo debió costar hacerlas, y en cuál sería el destino de las otras. La respuesta es fácil: las quemaron. Porque eso se hace con ellas el día de los Judas. En lugar de perecer en el fuego, ésta adorna mi habitación y brilla con el fuego que me alumbra. Cuestión de suerte, como todo lo que sucede en este mundo. O en el otro.


Y pensé en las cosas que me gustan. Como cuando se iba la luz y mi abuelo hacía figuras con las sombras en la pared. Pasábamos horas hablando, y jugando con las palabras.


Recordé miles de cosas. Pensé en lo que fue de mi pasado y lo que será de mi en el futuro. Se ve un poco borroso aun. Quién sabe si en unos años seguiré escribiendo de esta forma, si seguiré disfrutando oír la lluvia en medio de la oscuridad, mientras imagino un montón de cosas con sentido y sin sentido, sobre la energía, el espíritu, el amor, la amistad, lo blanco y lo negro, las flores, lo inmenso del océano y lo pequeño de las células que nos forman. Lo maravilloso, lo triste, lo aburrido, lo divertido, las lágrimas, las mariposas, los peces, las nubes, las aves, las montañas, la nieve............................... y lo profundo de la oscuridad... y lo extrañamente hermoso que es estar inmersa en ella, sola, pensando en este cúmulo de estupideces que quizá no lo son, y que por lo menos me mantuvieron entretenida. Apartada de todo durante unas horas. Hasta que el sueño me venció, e hice desaparecer la flama que acanelaba el aire de mi cuarto.

Thursday, March 01, 2007

Paquito era un niño travieso.
Se robaba las galletas de la alacena, se reía de sus hermanas, se la pasaba jugando en la calle. Pero, sobre todas las cosas, le encantaba desarmar cuanto artefacto se atravesaba en su camino. Así ocurrió con las finas tijeras que compró su mamá. Y así ocurrió también con el radio. Le gustaba quitar todas las piezas y volver a juntarlas, aunque generalmente nada volvía a funcionar.
Y lo mismo pasó el día en que su padrino le regaló ese flamante juego de carpintería. Era una auténtica fregonería, porque incluía sierra, martillo, clavos, cinta métrica y todo... Pero ¿cómo usarlo?, ¿dónde estrenarlo? Porque por más que viviera en una nice casa Polanquera, ahí no tenían madera disponible para probar sus dotes como carpintero. ¿Qué tal un árbol? No... demasiado trabajo, sería muy difícil de cortar.
Después de mucho pensar, supo que era hora de irse a la cama... (¡la cama! no.. tampoco)
En la mañana se despertó antes que el resto de la familia. Quizá la calma matutina fue el elemento que propició que la imaginación volara, trayendo una gran idea. ¿Cómo no lo había pensado antes? pero claro... ¡el comedor! No era más que una mesa vieja con un montón de sillas igual de viejas, desgastadas... pero con la intervención del maestro carpintero todo quedaría como nuevo... y vaya que sí. De prisa... hay mucho trabajo que hacer y poco tiempo disponible si esto va a ser una agradable sorpresa de renovación hogareña y decorativa...
- ¡rayos! esto no quedó como quería... las patas están un poco chuecas... quizá si corto un poco más y vuelvo a clavarlo....
Buen regaño se llevó cuando los démás despertaron y se dieron cuenta de la buena pero problemática obra de Paquito. Su juego de carpintería fue decomisado y a partir de entonces no intentaría redecorar la casa por ningún motivo. (Aunque bueno... después vino el pasaje de la perilla arrancada que no pudo irse por la taza del baño)
¿Quién pensaría que 20 y tantos años después sería él quien permitiera dejar volar la imaginación de aquella peinadora profesional, que le ponía ligas en la cabeza y moños en la barba? Pocos vaticinaron el éxito que tendría... en su vida académica, laboral, personal, familiar... A exactamente 53 años y 2 días de su nacimiento, Paquito continúa arrancando una que otra preocupación, pero sobretodo sonrisas.
A mí me regala varias todos los días. Y lo sabe perfectamente. Lo único que no sabe, es que es una de las personas que más admiro...