Sunday, July 10, 2011

La verdad es innegable
Tengo casi 27 años. En mi corta o larga vida, muchas veces he pasado por esos momentos en los que uno simplemente no puede dejar de pensar. En ocasiones se piensa en tonterías, y en otras en cosas importantes. Pues bien, después de hundirme en una reflexión profunda, esta semana he llegado a una gran conclusión. Será que me cuesta trabajo plantear un proyecto de investigación, pero esta vez he descubierto (o quizá más bien confirmado) una verdad irrefutable: LA ESTUPIDEZ SE PEGA.
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Salgo de casa para encontrarme con un tráfico carente de sentido. La gente podría dejar pasar al auto que va a dar vuelta para incorporarse al carril. Pero no. Es preferible aventar la máquina y arriesgarse a un choque, a un rayón, o a la simple consecuencia lógica de que ninguno de los dos pueda pasar. Y se entorpece más por los peatones que no cruzan en donde deben (primero la muerte que subir un puente), y por los automovilistas que invaden el paso peatonal. Porque así lograron avanzar 2 centímetros. Y nunca se sabe, dos centímetros pueden hacer la diferencia entre llegar antes que el que conduce en el otro carril.
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Voy a comprar un helado y por casualidad (y por un poco de morbo) escucho la plática entre dos amigas. Hablan de lo muy lindo que es ir de shopping, de su outfit para el fin de semana. Critican a una conocida porque es una freak y planean ver una movie. No estoy segura de cuándo se puso de moda hablar como chicano. De pronto resulta que las BFF salen de shopping al mall para comprar el outfit que usarán una party (que va a estar incre) o para ir a eso que le llaman ladies night a pesar de que las ladies siempre terminan ligando con algún pobre diablo que seguro también salió a lucir su outfit. Luego hablan de que les irrita la escuela. Por el nivel de la plática, uno puede decir que no era necesario aclararlo.
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Yo no sé si así me escuchaban los demás a esa edad. No es que me sienta muy chida, pero con todo y que mi generación está perdida la verdad es que no recuerdo haber pasado por un grado de superficialidad tan tremendamente alarmante.
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Nuestro país se cae a pedazos. Cada vez conozco a más gente con problemas psicológicos severos y no hay ni un día en el que no me pidan dinero en la calle. Pero qué importa eso cuando el problema es ahorrar para ir a alaciarse el cabello en una estética o para comprar una botella de tequila. Qué importa cuando la angustia es decidir entre pasar un viernes por la noche en una fiesta o en la otra. Cuando lo verdaderamente importante es posar en una foto con la mejor sonrisa Colgate para subirla al Facebook, a pesar de que por dentro uno esté hecho un desastre.
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Me pregunto de dónde viene toda esta ola de estupidez conducida. Porque hay una diferencia entre el que nace estúpido y el que se vuelve por gusto. Y lo que me inquieta es que los del segundo tipo parecen invadir como una horda de zombies. La respuesta aparece ante mis ojos como queriendo decirme que llegó para quedarse.
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Basta con 5 minutos de exponerse a Jersey Shore, a My sweet 16, o a Ugly Betty para saber por qué las mujeres aspiran cada vez más a ser objetos. Me chocan las feministas locas y me chocan también los coservadores muy conservadores. Pero me cae que mucha gente interpreta la liberación femenina como la libertad de regodearse por ser un objeto. Ni crean que usé esos ejemplos porque me caen mal Sony y MTV. Si las del Milenio dan el clima en minifalda, ha de ser que es lo normal. Yo creo que voy a empezar a irme al trabajo o a tomar café con ropa entallada y plataformas. Se ve que es lo normal.
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Veo las noticias y se me va la vida entre las chuladas de imagen, los Popocatépetl y las secciones sin sentido. Pongo uno, dos, tres por México y las preguntas parecen hechas por y para retrasados mentales. Veo los planes de estudio y parece que la apuesta es crear gente cada vez más productiva, y también cada vez más imbécil. Desinteresados de todo, desinformados de todo. A veces creo que podrían incluirme en esa categoría.
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Les tengo fe a los que vienen. Si la Sub 17 puede ganar el mundial, yo no veo por qué no se puede lograr que la gente lea de vez en cuando. Pero tengo la terrible y mortal sospecha de que no es que la horda de atarantados sean de verdad estúpidos. Creo que les gusta. Me pregunto qué será peor.