Saturday, December 15, 2007



Miro los volcanes por la ventana. Definitivamente, las cosas ya no son las mismas.

Perdí la cuenta de las veces que, en esta misma carretera, mi estómago fue invadido por miles de mariposas después de tanta emoción. Percibo el mismo olor a plantas; el mismo aire húmedo que tantas veces penetró mis pulmones. Pero hoy es diferente.

.

En todas aquellas ocasiones la felicidad se desbordaba de nuestra sonrisa y nuestras miradas. No podía contener las ganas de llegar al camino empedrado de Comala, escuchar las campanadas de su iglesia y aspirar el delicioso olor del pan. Simplemente no podía. Aun siento que tiemblo de gusto cuando recuerdo la llegada a casa de mis abuelos; las risas, los besos, las cosquillas, y los apretadísimos abrazos.

.

Y es que sabía que, cuando al fin llegara el día de viajar a Colima, cinco cosas eran seguras:

1. Iba a tener conversaciones larguísimas y muy divertidas

2. Me reiría como loca todos los días

3. Abrazaría gente por doquier

4. Visitaría a todos los que había estado extrañando, y

5. En el camión de regreso me pondría a llorar como 20 minutos...


... Así fueron las cosas por años.

.


Hoy todo es distinto. La gente cambia, sí, y mucho.

La vista se me nubla por las lágrimas.

.

Sin duda fue un día muy triste. Aunque la familia estaba tranquila, nadie pudo esconder el dolor de ver partir a uno de nosotros. Gracias al cielo estamos juntos. Y lo estaremos hasta el final.

Aun en momentos así, me da un gusto inmenso poder abrazarlos de nuevo y darme cuenta de que esa (y sólo esa) es mi verdadera familia. No importa nada de lo demás...

.

Y de verdad no importa. Los tiempos no volverán, pero los recuerdos no mueren tan fácil.

Seguro nos veremos en un futuro próximo, en el que podamos construir mucho más momentos memorables.

.

Miro los volcanes desde la ventana. Es verdad que estoy nostálgica, pero las lágrimas han desaparecido. Una gran sonrisa se dibuja en mi rostro mojado.

Sunday, December 09, 2007

De intraterrestres y otras locas fantasías



La verdad, pocas veces me había preguntado sobre su existencia.
La primera vez que escuché sobre ellos me importó un pepino. Creí que era pura habladuría barata, puro intento por llamar la atención: "Si dejas de hacerles caso, se enojan y pueden vengarse de tí. Tu vida se vuelve miserable hasta que pides perdón"... ah, claro... un monigote de madera va a fatsidiarme por el resto de mis días si no platico con él; no cabe duda de que las drogas destruyen.
.

Su presencia se hizo cada vez más evidente. En los mercados, en las tiendas departamentales, en las casas de conocidos. Siempre había uno de ellos ahí, cuidando, observando... dominando. Aunque estaban en una esquina, supuestamente uno debía rendirles culto (so pena de quedar maldito por los siglos de los siglos)
.

Yo no sé por qué la gente habla tanto de extraterrestres últimamente, si por muchos años lo que se temía era que los intraterrestres desearan establecer contacto con la humanidad. El dato es verídico. ¿Intraterrestres?, ¿qué diablos es eso? Uy, uy, uy... si no sabes de su existencia estás frito. Si creías que las hadas, las sirenas (que en verdad se llaman nereidas), y el monstruo del lago Ness eran las únicas cosas desconocidas y fantásticas en este mundo estás en un error terrible. Los intraterrestres viven en el subsuelo, en los árboles, en los bosques. Tienen un mundo aparte. A veces se enfrentan entre ellos. Nuestro mundo les da un poco de curiosidad pero, sobretodo, tienen suficiente poder como para fregarle la vida a quien no cree en ellos o se atreve a cuestionarlos. Así es. No sólo existen las hadas. También están los duendes, los elfos, las ninfas, los unicornios, y los trolls... esos son los más rencorosos. (Mmmmm sí... definitivamente esta mujer esta desquiciada)
.

Ah, ¿no me crees? Lo que pasa es que no te ha tocado. A un amiga mía le aparecían billetes en la cartera y estaba feliz. Pero mejor los devovlió porque recordó lo de los duendes. Resulta que ya a una conocida le había pasado y no le dio la menor importancia. Pobre de ella. El duende estaba realmente enamorado y se la llevó. Lo único que quedó de ella fueron unos pétalos, y no se vovlió a saber nada. La jaló a su mundo.
.
Órale... ¿y por qué nadie los ve? Claro que los han visto. Lo que pasa es que luego inventaron que todo era inventado para que la gente no tuviera miedo. Pero ahí están. ¿Por qué crees que ahora los hacen de madera? No es que los trolls sean así. Es que se establece una conexión espiritual y por eso pueden ayudarte. Pero hay que tener mucho cuidado.
.
A mi no me gusta creer en boberías. Pero cuando vi esa maldita cosa, esa figura tan rara.. supe que era verdad. Lo miré a los ojos como tratando de retarlo, de convencerme a mi misma de que no podía ser real. De que los objetos no tienen conciencia y por lo tanto no había de que asustarse. Pero parecía que me miraba, con su sonrisa sarcástica, burlona. Como si supiera que me daba miedo.
.

¿Dónde viven los trolls? En Noruega. Ajá.. ¿pero dónde? En el bosque. En el centro de la tierra. No les gusta que los vean. ¿Y son de nuestro tamaño? Nadie sabe, porque nadie los ve. ¿y entonces cómo diablos saben cómo son? Porque lo imaginan. Y porque se han llevado a varios y sus voces perduran. O porque lograron escapar y lo dijeron todo. Pero los consideraron locos.
.

Volví a verlo. No resisto su mirada...
Claro que es real. El troll me observa, está mirándome y tiene un completo control sobre mi. Sabe lo que pienso, lo que siento, y lo que temo... sobretodo lo que temo.
.
No. No... No puede ser. No creo una palabra de lo que me dices. Es imposible que te lleven al otro mundo. Los secuestros extraterrestres me parecen ridíulamente fantásticos, pero ¿los intraterrestres? Definitivamente es la peor historia que has inventado.
.

Lo único que recuerdo es que estaba junto a mí. Sentí su respiración y su hedor. Sentí el sudor frío recorriendo mi cuerpo. Estaba ahí, mirándome como si quisiera recriminarme algo. No entendí una palabra de lo que me dijo.



Mi cama quedó vacía para siempre






Friday, December 07, 2007

Estas semanas han sido un verdadero apuro. Sin tiempo para respirar, me he dedicado a redactar como loca, dar vueltas por la ciudad, dejarme orientar por uno que otro investigador, asistir a entrevistas, leer un poco, y hasta viajar en dos ocasiones. Y aunque en ambas me divertí como loca, debo decir que la segunda me ha dejado reflexionando un buen rato.
Con motivo del casorio de mi primo, una caravana de 10 defeños (yo soy potosina, pero después de tanto tiempo de vivir aquí suelen confundirme) salió rumbo a Tijuana. El vuelo estuvo perfecto, y hasta me sentí como milloneta por que nos tocó en un avión de los que van a Japón, con TV individual y toda la cosa... (y vaya que me gustó el mil veces recomendado filme de Ratatouille). Todos llegamos temprano, y mis primos nos recibieron en el aeropuerto.
Después de pelearse con los del hotel porque no respetaron la reservación, nos entregaron las habitaciones justamente 45 minutos antes de la hora de la misa. Me bañé como en 20 segundos, pero oooooh sorpresa no podía abrir la maleta porque en el aeropuerto nos hicieron en favor de poner esos lindos plastiquitos para asegurar los cierres. Y como no dejan subir con objetos punzo cortantes (y de hecho casi con ningún objeto, porque después del 11 de septiembre se ha decidido que todo puede ser un arma mortal) pues claro... las tijeras estaban justa y precisamente... ¡Adentro de la maleta! deteniendo la toalla con una mano y el encendedor con la otra, al fin logré liberarme del cochino plastiquito y cambiarme en otros 20 segundos. Se me corrió la media, pero era lo de menos. Medio me peiné, pinté, y bajé corriendo junto con mis padres. Estaba lloviendo tanto que recordé el pasaje bíblico de Noé, sobretodo después de la empapada que nos metimos. El taxista se perdió. Llegamos escurriendo diez minutos después de que iniciara la misa.... pero llegamos....
Y es ahí donde verdaderamente comencé a reflexionar. Al ver a Héctor ahí, vestido de novio y con una sonrisota. Si todavía me acuerdo de su pijama de rayitas.... Pues bueno, todos hemos crecido. Las cosas cambian mucho. Lo que no cambia nunca son los excelentes recuerdos, las marcas que te deja la gente.
La primera vez que fui a Tijuana, mis primos ayudaron para que no me diera cuenta de que Santa estaba escogiendo los regalos mientras veíamos los juguetes por otro lado. Tuvimos muchas aventuras, porque me consintieron llevándome a Disneylandia. La bota con mi nombre estuvo colgada en la escalera todos los años a partir de entonces; y todos los años sentía una enorme alegría de saber que nos veríamos... a jugar Nintendo, y luego Sega (Joe Montana.. ¡pido primeras!), tomar chocolate caliente, quemar luces de bengala y jugar con el Brownie, que en paz descanse. Sabía que mis primos me harían reír mucho con los malabares de fruta, o con juegos como el de Free Willy, por la sencilla razón de que tenían (y siguen teniendo) una personalidad que cualquiera envidiaría. También recuerdo con mucho cariño las historias de la Rana Ranulfa y las cosquillas que me hacía mi tío cuando jugábamos a la cocina...
... Y de repente estaba ahí, bailando la primera pieza con su esposa.
Wow. Cómo hemos crecido, cuánto hemos cambiado.
Lo que nunca va a cambiar es que son mucho más que unos simples miembros de la familia. Hay demasiado cariño como para expresarlo en unas cuantas líneas.