Friday, November 05, 2010

Del alumbramiento y lo que siguió en la vida. Cuando me convertí en maestra (albañila)
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Ya sé que soy de lo peor.
De repente escribo todos los días, de todas las cosas, y luego abandono este espacio de la Matrix por meses sin teclear una sola palabra.
Lo siento. Es que la vida ha dado tantos giros que de pronto no hay tiempo. Y luego me siento como Momo, luchando contra los hombres grises que le roban el tiempo a los pobres seres humanos... Si hay un lugar en el mundo en el que existan los hombres grises, es el Distrito Federal. No sé bien cómo ocurre, pero los días pasan demasiado rápido entre prisas, tráfico, y todo lo que hay que hacer...
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... y no es por hacerme la interesante.
Primero hubo meses en los que escribí, leí, escribí, leí, borré lo que había escrito, esquematicé, escribí, volví a borrar lo que había escrito, leí, escribí... y un día finalmente pude decirle a alguien "Buenas tardes. Necesito que imprima 10 ejemplares de esta tesis".
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Uff... fue un alivio.
El día que nació mi bebé fue todo un acontecimiento. Lo había sido desde antes, porque tardé 2 años (uno, en forma) gestándolo, y la semana previa estuvo llena de contracciones... que si nace, que si no nace, que las doctoras no pueden venir, siempre sí, siempre no, siempre sí... Y al final sí se pudo.
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Fue un 6 de agosto (¡hace 3 meses ya!). El día anterior me sentí algo nerviosa, pero logré dormir bien. Me levanté muy temprano, y justo como lo indica la tradición familiar me dirigí al prestigioso y bienamado Instituto Mora como 4 horas antes. Mis papás recibieron un tour por las instalaciones, y quedaron fascinados con la librería (tan fascinados que por poco se la llevan completa). Recibí a las doctoras en cuestión, y por suerte me sentí muy tranquila. Llevaba mi falda de la suerte, esa que ha estado conmigo el día de mi titulación, de la entrevista, del examen...
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Y ahí estábamos, en la Sala Jedi. No quise ver cuántos ni quiénes, para no sentir que la masacre era pública. Me senté en la silla de castigo, en medio de todo el mundo, y empecé a hablar sobre eso que llaman tesis, y que es más bien un fragmento de vida, una época, y una pasión.
Menos de 15 minutos. Increíble. La gesté 2 años y me tardé menos de un cuarto de hora en parir. No me acuerdo qué dije, y mucho menos cómo lo dije. Lo que sí sé es que estaban sonriendo. No puedo quejarme; me trataron muy bien (con todo y el susto de las 5 páginas de comentarios cuyo significado no estoy segura de haber entendido).
Creo que fui al grano con las respuestas: sí, no, por esto y esto; muchas gracias.
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En la sala de espera me sentí como madre primeriza. 40 minutos esperando a ver si había nacido bien, o mal, o qué. Ahí fue cuando me di cuenta de que sí tenía porra, y nunca podré expresar con palabras lo tremendamente agradecida que estoy por la compañía. Me sentí muy afortunada de tenerlos conmigo en un momento tan importante (y en otros muchos momentos). Ahí estaban mis papás; Gustavo había corrido desde el COLMEX, y Dios sabe todo lo que me ha apoyado en esto. Y los moritas, mis eternos y queridos hermanos...
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Después del veredicto respiré diferente; fue como si la paz regresara. Hubo aplausos, abrazos, y bocadillos (los morados son los mejores). Pasé una tarde muy linda en compañía de todos, y dormí como nunca.
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Volvería a hacerlo cien veces. Esta fue una de las mejores experiencias de mi vida, y no me canso de decirlo. El cerebro se regocija de alcanzar nuevos horizontes, y el stress se reduce considerablemente cuando uno está rodeado de gente a la que no sólo admira, sino aprecia. ¿Qué habría sido de mí sin los moritas? Con razón los extraño tanto, desde la risa de Tania hasta el des-peinado de Fabi, los abrazos de Vic y las bromas de Bruno. Y no hablaré de los demás porque me pongo sentimental, pero pronto dedicaré una bloggeada a eso. Lo prometo.
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Me sentí realizada y con mucha paz. Pero ahí no terminó la historia. Dos días después empecé otra, igualmente satisfactoria y divertida:
Janneth platicándome su vida. Paulina los conflictos matutinos con su mamá. Marco tarareando una canción de Franz Ferdinand mientras Sergio finge que me escucha y Yazmín toma notas. Memo visitándome a las 7:30 de la mañana para quejarse del profesor de biología.
El ya tradicional: "¡Mariana, Marianaaaa!... ¿puedo ir al baño?", "¿queeeé?", y "Junior" dándole lata a Fernanda. Escuchar que me saludan con un "hoooooooooooola Marianita preciosa y adorada..." No sé si es barba o es sincero, pero la verdad que me hacen sonreír.
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Emilio y su "yeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeees" aun cuando no sabe de qué estoy hablando. Las quejas de Daniel sobre el examen, en el que siempre saca más de 80. La cara de Clara cuando se concentra y los exámenes perfectos de Katia y Milena. La risa de Roxana, los alegatos de Alex y la distracción incontrolable de Héctor. La cara de perrito triste de Roberto, la risa de Iker, la adicción de Manuel a los juegos del Ipod y la dedicación de Ari y Mariel para hacer videos.
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Ver que entran al salón sonriendo, bailando, o jugando luchitas.
Pero sobre todo saber que después de todo están aprendiendo, y que les tengo toda la fe del mundo.
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La verdad es que esto de ser maestra en sus dos sentidos sí me gusta... sé que el esfuerzo vale la pena; lo que me pregunto ahora es si con ello lograré hacer los cambios que quiero. Poner mi granito de arena como maestra que lee, investiga y produce conocimiento. Y mi ladrillo como maestra que imparte conocimiento para hacer mejores personas. Más capaces, sí, pero sobre todo más comprometidas. Me pregunto si perciben las muchas expectativas que tengo sobre ellos. Quiénes llegarán lejos, quiénes conservarán su esencia, quiénes continuarán dejando que las cosas pasen sin hacer nada al respecto. Me pregunto si este es el camino correcto para contribuir con eso que siempre he deseado, sin ninguna pretensión mesiánica: construir algo mejor para los que vienen.
... pero de eso platicaremos luego.
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(Si el trabajo era agarrar el teclado... después de esto estoy segura de que mis dedos seguirán narrando historias, reflexiones y nimiedades de la vida en general)
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Hasta la próxima.

1 comment:

Anonymous said...

Gracias por empezar a escribir otra vez! :D