Wednesday, September 05, 2007

Hola de nuevo, mis estimados ociosos.... ahora sí, hace siglos que no pasaba por mi propio rincón para dejar plasmado ningún sentimiento... ¿la razón? sencillo: estaba muy distraída, o muy triste, o ambas. Pero he decidido dejar esa actitud, así que espero que todo se acople a mis necesidades de fantabulosa y mágica manera.
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Y la cuestión es: ¿qué escribir ahora? La verdad es que el tiempo seca un poco el cerebro, el corazón, las entrañas. Uno sigue sintiendo, pero resulta más difícil que antes expresarlo de forma escrita...
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Ayer estaba viendo por la ventana. Mientras llovía, podía ver el reflejo de la luna en cada gota que caía al suelo, uniéndose al enorme charco que se fórmó justo frente a mi cuarto. Pensé en miles de cosas. Imaginé que los seres humanos somos justo como las gotas de agua. Venimos de un lugar más o menos similar, pero nuestra travesía es completamente distinta. Cuando llueve, algunas gotas chocan contra el suelo y no se sabe más de ellas. Otras, en cambio, regresan a su origen comunitario una vez que su viaje (desde el cielo) ha llegado a su fin. Y ahí, con sus semejantes, hacen grandes cosas que apenas son perceptibles por los seres vivos (y en especial por los humanos), carentes de sensibilidad. La mayoría de las veces, se enteran de su presencia sólo cuando su esfuerzo se combina con el de miles de millones de gotas que, como ellos, se preocuparon porque su esencia persistiera... en forma de ríos, lagos, mares.. pero ¿qué pasa con aquellas infortunadas masas de agua que perecieron al llegar al suelo?, y ¿qué hay de las que buscan formas más sutiles de trascender? quizá no se ven, pero suelen hacer cosas mucho mayores de lo que jamás imaginaron... les dan energía a plantas y animales. Humedecen la tierra, y ésta se impregna de su olor.
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Lo único seguro es que la travesía de la lluvia es larga, pero increíblemente rápida. Como las gotas, los seres humanos viven rápidamente, sin valorar lo mucho que los rodea y lo impactante de su fin.
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Y ahí estaba yo, viendo por la ventana cuando llegó la hora de dormir. Me preguntó qué ideas pasaron por mi mente mientras soñaba, oyendo la lluvia golpear los cristales.

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