Sunday, December 12, 2010

Debrayes sobre el lenguaje
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La verdad siempre he estado consciente de que soy una clavada.
No sé cuándo, ni cómo, ni por qué me empezó esta manía por la buena ortografía. Tampoco sé cómo fue que comencé a fijarme en que mientras hablamos decimos muchas cosas extrañas; no porque sean de otro mundo sino porque son muletillas que no tienen mucho sentido. Y no me refiero solamente al ya clásico "este..."
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Bueno, tampoco es que tenga una obsesión loca por analizar el modo en que habla la gente. Y además debo aceptar que mi propia expresión verbal es bastante folklórica desde que comencé mi proceso de chilanguización. Pero es que hay algunas frases que se reproducen por doquier y que de verdad nunca jamás lograré entender.
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El otro día platicaba con Ari y Pris sobre los vendedores del metro:
"Se va a llevar el disco de José José, ya que le contiene éxitos como: cuarenta y veinte, lo dudo, gavilán o paloma..." [¿acaso voy a llevármelo ya que me contiene esas canciones?, y ¿dónde me las contiene?]
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"Noooo dice, paso por ti dice, y le digo pero conste le digo, y dicedice, yo paso a las 5 dice..." Escucho con atención (por chismosa) la plática entre ambas, y mientras me entero de lo que dijo y lo que le dijeron, sinceramente no puedo pensar sino "¿cómo dice que dijo?" Debo aceptar que eso todavía tiene sentido, porque aunque digan dice muchas veces uno comprende que se trata de un recurso para narrar un diálogo... Pero ¿qué hay, por ejemplo, de los reporteros mientras transmiten valiosa información sobre el tránsito?
"Sí mira Carlos, estamos aquí en lo que vendría siendo Avenida Insurgentes..."
[Pero ¿por qué vendría siendo?, ¿es o no es?, ¿cuándo será?]
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Ni qué decir de "¿a qué horas son? y "a dónde estás?
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También me he fijado que por alguna extraña e incomprensible razón, cuando alguien se sube al micro nunca falla el "me deja aquí en División..." o "Voy aquí a Carrillo Puerto","¿a dónde va?", "aquí a Perisur"... [Temo decir que yo misma he caído en la tentación de pedir que me dejen aquí en Acoxpa].
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Una expresión que igual he escuchado en la calle que entre funcionarios de gobierno: lo que pasa es de que:
- Señor policía, ¿sería tan amable de explicarle a la audiencia la razón por la cual se ha liberado a una de las narcotraficantes más activas del país?
- Sí, claro. Lo que pasa es de que se carece de pruebas que avalen que la presunta responsable haya incurrido en actos delictivos...
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Pero de todos los enigmas de las expresiones mal usadas, hay dos que revolotean en mi cabeza durante los días de sopor y las noches de insomnio.
En segundo lugar, una que la gente aplica exclusivamente cuando quiere demostrar sus conocimientos técnicos y sus habilidades profesionales: LE MANEJO.
- ¿Me trae una Coca por favor?
- No mire, esa no se la manejo, yo le manejo lo que sería la línea Pepsi.
- Sí, gracias... está bien...
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- Oiga, ¿dónde encuentro las licuadoras?
- Sería en el primer piso señorita; ahí le manejan lo que es electrodomésticos.
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"No mire, sí se lo manejo, pero ahorita está agotado. No sé si quisiera venir más tarde. O también tenemos este otro aparato; no hace hielos, pero le maneja lo que es el enfriado de bebidas..."
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Y el honroso primer lugar corresponde a una frase completamente inigualable: ORA SI QUE.
"Pues ora sí que ni modo, hay que seguir trabajando".
"La verdad ora sí que me sorprendiste".
"Pues estaba estudiando, pero ora sí que se me fue la luz".
"Ora sí que ya ni la haces".
"Te diría que te presto, pero ora sí que no traigo nada".
"No pues ya aquí oríllate, ora sí que no hay estacionamiento."
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Si alguien logra descifrar el origen de cualquiera de estas expresiones o maneja lo que sería la deducción lógica, por favor hágamelo saber. Ora sí que estoy en lo que vendría siendo un momento de reflexión sobre un tema irrelevante en un domingo por la noche, ya que después de ir aquí al cine he decidido aprovechar un rato de ocio para reproducir lo que son las expresiones cotidianas. Ora sí que ojalá y alguien pueda iluminarme con su sabiduría.

Wednesday, December 01, 2010















HH Generación XII de la HH MSP... del HH Instituto Mora

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La primerita vez que fui me perdí.

Iba a dejar mis papeles para la convocatoria, y por más que dije que iba al Instituto Mora todo mundo me mandaba a la UP. Recuerdo bien que me recibió Aurea, y que me fui cruzando los dedos para quedarme.
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La segunda vez fue para el examen. No sé nada sobre los demás, pero Agus estaba junto a mí. Borraba mucho y de pronto me ponía algo nerviosa verlo tan apurado. Cuando salí llamé a Gustavo para decirle que no tenía ni idea de cómo me había ido. En el camino de regreso, el chofer del micro ponía una y otra vez a los Babasónicos. Pensé que cada que los escuchara recordaría esa mezcla de inquietud y expectativa.
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La tecera vez fue la entrevista. Ahí conocí a Lupita. Supe que venía de Puebla y observamos cómo los que salían del cubículo que nos tocaba salían con cara de susto. Después de la tortura nos despedimos, deseando encontrarnos en un futuro próximo. Y gracias al cielo así fue.
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Ya no sé cómo fue el resto de las veces, pero se volvió una rutina que todavía me arranca una sonrisa. Llegar en la mañana a leer, ver cómo aparecen las ojeras en los rostros de los compañeros, comer crema de.... puntas con salsa o tortitas de... arroz, y agua de escencia de melón. Luego a leer otra vez, hasta que la cabeza duela de tanto pensar. Ir a las copias, con el a famoso escaneador compulsivo. Esperar 40 minutos y cargar el montón de lecturas como si fueran la piedra del Pípila.
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Me acuerdo de un día que estaba tan cansada que en lugar de escribir $17.50 escribí 17:50, y de otro en el que Bruno recibió una reprimenda por querer helado napolitano en una metáfora sobre las bondades y maldades de la democracia. Me acuerdo cuando Fabi fingía que iba a colgarse con el hilo de la cortina porque ya no entendía estadística (¿acaso alguna vez entendió alguien algo?) Recuerdo perfecto la cara de Paty diciendo: "María, esa no es la actitud" cuando la computadora parecía estar poseída por un demonio en el taller de SPSS. Y el día que llevamos pizza y casi me reviento de tanto comer. El "sí bueno... vaya... " de Hugo y a Nacho apurando a los que exponían aunque faltaran 2 horas y media de clase. Me parto de risa cuando pienso en el desliz del "gonorreo" y el del sauna, de Bruno Kymlicka, del conteo de los incontables "aha", y de la alarma que sonó cuando Mariquita confesó que no había leído para Teoría Social. Y de los increíblemente atinados comentarios de Velasco, después de 10 minutos de jugar con la pluma y el clip giratorio.
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Extraño cuando Vic y yo nos comunicábamos con la pura mirada, cuando pensábamos lo mismo aunque estuviéramos en esquinas opuestas del salón, y cuando disimulaba mi risa tan bien que hasta creían que de verdad estaba seria. Extraño la risa de Cristina, la ternura de Ana, los abrazos de Lupita y las pláticas de Ale, que nunca se sabe dónde iban a parar... y a Gracielita hablando del Multifamiliar (¡mi multi es mi multi!) mientras la banda cabeceaba, o se salía, o hasta se transformaba en emo, como aquella vez que Lupita sufría de migraña.
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Extraño a Ariadna afirmando con pasión que Tijuana es la ciudad más bella del mundo, a Gaby durmiéndose en análisis del discurso, s Sofía participando y a Daniel alegando por la edición del 65, o el 78, o lo que sea. Me hacen falta la sabiduría de Agustín, la mirada inteligente de Carlitos, la sonrisa sarcástica del otro Carlos, los cánticos de Felipe, y ... Tania, ¡cómo extraño tu risa!
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No sé qué tanto aprendí a hacer investigaciones decentes, a leer a Rawls, o a interpretar los datos de una distribución. Esa es una discusión completamente distinta. Hoy sólo quiero recordar a los cuatro fantásticos y a la HH Generación XII, que son de lo mejor que me ha pasado.
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En estos días he pensado mucho en ustedes, no sé si porque ya me volví parte del inventario, porque ya casi se van todos, porque va a ser Navidad, o nomás porque soy una vieja bien cursi.
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Y aunque se declaró un empate, a mi no me convencen: ¡nuestra candidata merecía ganar!