Wednesday, September 26, 2007

Y vaya que las cosas han cambiado.

La verdad es que la semana pasada (y especialmente sus últimos tres días) hubo muchísima acción... el viernes me levanté a una hora que ni los gallos se habían despertado, para después dirigirme a la zona de trabajo. Fue divertido. Conocí a una serie de curiosos personajes que bromeaban mucho entre sí. Pues bueno, después de estar ahí una cantidad de tiempo bastante considerable (y de sentir tanta hambre que uno estaría dispuesto a comerse el propio brazo) ya ni ganas quedaron de salir a pasar el rato. El cuerpo pedía cama, cama, y más cama...
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El sábado todo estuvo muy tranquilo. Pasé muchas horas con la familia, lo cual siempre me devuelve las energías. Bendito viaje que hicimos juntos; acabó por unirnos más de lo imaginado. Y como siempre: comer, platicar, comer, reír, comer, caminar, jugar.. con la modalidad de que ahora no se quedaron inmersos en el mundo del poker, al que muchos no entramos porque estamos francamente fastidiados. Nadie imaginaba, ni por asomo, lo que ocurriría al día siguiente. De hecho, muchos apostamos a que la primita aguantaba una o dos semanas más de embarazo...
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El domingo me levanté con el pie izquierdo. De plano, esta sensibilidad no me va a lleva a nada bueno. Para acabarla de fregar, después de la tormenta todavía me doy el lujo de que se me olvidara la maldita cartera, de modo que no pude entrar al consultorio del oculista como la gente normal, que carga su identificación. ¡Me lleva! Dios mío, ¿por qué me hiciste tan tarada? Ni hablar.... al fin pasé a la cita, y me dicen que aunque no lo percibo ya estoy un poco cegatona del ojo izquierdo. Así que ahora sería la primera calaca con lentes en la historia de la humanidad. ¡Ah! pero todo cambió después... en realidad, la noticia de que el nuevo integrante de la familia (y seguramente el sobrinito que será muuuy querido por mí) llegó desde la mañana. Pero como me la pasé haciendo estupideces todo ese tiempo, creo que no lo había digerido realmente. Cuando llegamos al hospital, toda la porquería de antes quedó neutralizada. Sin duda, lo más hermoso del mundo es la llegada de un bebé, y más cuando es esperado por todos. Nadie podía disimular la sonrisa en el cuarto de hospital (ni siquiera la adolorida madre). Se parece mucho a su papá. Y lleva el nombre del mío...
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Gracias por hacerme el día Francisco. Estoy segura de que nos llevaremos bien.
¡Te quiero!

Wednesday, September 05, 2007

Hola de nuevo, mis estimados ociosos.... ahora sí, hace siglos que no pasaba por mi propio rincón para dejar plasmado ningún sentimiento... ¿la razón? sencillo: estaba muy distraída, o muy triste, o ambas. Pero he decidido dejar esa actitud, así que espero que todo se acople a mis necesidades de fantabulosa y mágica manera.
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Y la cuestión es: ¿qué escribir ahora? La verdad es que el tiempo seca un poco el cerebro, el corazón, las entrañas. Uno sigue sintiendo, pero resulta más difícil que antes expresarlo de forma escrita...
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Ayer estaba viendo por la ventana. Mientras llovía, podía ver el reflejo de la luna en cada gota que caía al suelo, uniéndose al enorme charco que se fórmó justo frente a mi cuarto. Pensé en miles de cosas. Imaginé que los seres humanos somos justo como las gotas de agua. Venimos de un lugar más o menos similar, pero nuestra travesía es completamente distinta. Cuando llueve, algunas gotas chocan contra el suelo y no se sabe más de ellas. Otras, en cambio, regresan a su origen comunitario una vez que su viaje (desde el cielo) ha llegado a su fin. Y ahí, con sus semejantes, hacen grandes cosas que apenas son perceptibles por los seres vivos (y en especial por los humanos), carentes de sensibilidad. La mayoría de las veces, se enteran de su presencia sólo cuando su esfuerzo se combina con el de miles de millones de gotas que, como ellos, se preocuparon porque su esencia persistiera... en forma de ríos, lagos, mares.. pero ¿qué pasa con aquellas infortunadas masas de agua que perecieron al llegar al suelo?, y ¿qué hay de las que buscan formas más sutiles de trascender? quizá no se ven, pero suelen hacer cosas mucho mayores de lo que jamás imaginaron... les dan energía a plantas y animales. Humedecen la tierra, y ésta se impregna de su olor.
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Lo único seguro es que la travesía de la lluvia es larga, pero increíblemente rápida. Como las gotas, los seres humanos viven rápidamente, sin valorar lo mucho que los rodea y lo impactante de su fin.
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Y ahí estaba yo, viendo por la ventana cuando llegó la hora de dormir. Me preguntó qué ideas pasaron por mi mente mientras soñaba, oyendo la lluvia golpear los cristales.